En memoria de Lluís López Belles

El pasado miércoles falleció Lluís López Belles, primer tablero del Torreblanca durante la Lliga Catalana 2022. Desde finales de dicha competición, en la que en parte gracias a sus prestaciones en el durísimo primer tablero pudimos ascender de categoría, ya no asistía a competiciones, pero continuaba siguiéndonos por las redes y por el WhatsApp interno del club. Por total unanimidad, decidimos antes de empezar la Tercera Ronda de la Liga Catalana 2023, guardar un minuto de silencio en su honor, junto a todos los equipos rivales que se reunieron en el Centro Cívico de Sant Josep en Hospitalet de Llobregat. D.E.P., Lluís. Muchas gracias por habernos ayudado a estar donde estamos hoy.

Hasta las 11:30 de la mañana no se decidió ninguna partida. El que abrió el casillero de puntos fue José Luis Fernández, mi vecino de mesa, que tenía una partida muy igualada que se iba encaminando a un final con bastantes piezas mayores. El rival cambió un caballo en e4 y pidió las tablas. Tras consulta, fueron aceptadas, aunque el capitán Iván Cano indicó que nuestro compañero tenía mejor estructura de peones. Acto seguido, mientras yo estaba pensando mi jugada número 25, Padrós me despertó y preguntó si, en su partida, él forzaba tablas por repetición o jugaba a ganar. No sé muy bien lo que le respondí, pero creo que fue algo parecido al idioma que emplean los Moradores de las Arenas de Star Wars. Un gruñido, el sonido de R2D2…ni yo mismo entendí lo que le dije. Así que el gran Tahl Padrós tuvo que coger a Iván Cano en un descanso de pensada en el que estaba disponible y consultarle. El capi fue claro. “Sigue”. Dama superbailonga contra dos torres deslavazadas. Dicho y hecho. «¿Lo ves? En posiciones inciertas, el de más elo tiene las de ganar», comentaba Iván mucho despuesde esa partida. 1,5 a 0,5. Bernat Fuertes colocaba el 2,5 a 0,5, pero sinceramente el modo en que lo hizo no llegó a mi redacción porque me encontraba en un momento en el cual la cabeza la tenía más roja que un alpinista en el Everest, de tanto pensar. Sí, tras haber jugado fino una posición poco atractiva de un híbrido entre un Sistema Londres y una Richter-Verezov y haberme hecho con la columna c, tenía un final de +0,75 de ventaja evaluado por Tiburoncito Silícico, pero con el rival amenazando montar fortaleza inexpugnable. Sí, columna c a mi disposición, pero sin nada que atacar. Me propusieron tablas, que rechacé con un “no” expresado con movimientos de cabeza, con otro gruñido digno de un bicharraco de la peor taberna de Mos Aisley.

Entre tanto, Jorge Muñoz metía el 3,5 a 0,5 lo que daba una tranquilidad tremenda para afrontar la segunda parte del match. Es en estos momentos en los cuales uno tiene que empezar a pensar también en clave de equipo. Es evidente que si quiero, puedo firmar tablas, pero también era consciente de que mi posición era superior y “forzable”, pero hacia un resultado de 1X2, con más probabilidad mía de victoria. El resto de partidas no tenían mala pinta y evalué que 2 puntos de 5 eran más que posibles. Incluso 3, sin mucho esfuerzo. Con un punto de ventaja de match, habría forzado, pero así, decidí esperar a ver si el rival se equivocaba. Y casi sucedió. En un momento dado, me colé en su primera fila y creí tener mate, pero su rey se escabulló por g3 y por mucho que miré, no había lío táctico que ganase material sin riesgos a que él ocupase la columna c a cambio del óbolo. Por tanto, más forcejeo para ganar tiempo (encima estaba con 4 minutos frente a 50 de mi rival), y repetí jugadas. 4 a 1.

Acto seguido, Josep Flores perdió en una posición con unos líos tácticos tremendos. Me lo tendrían que confirmar, pero quizás el abandono fue prematuro, aunque con tanto jaleo de amenazas mutuas y reyes encerrados dentro del fuego enemigo, el cálculo reposado era imposible. Cuando miré su partida 10 minutos antes, parecía tener ventaja de calidad a cambio de ataque contrario. Posición típica de Mikhail Tahl. 4 a 2. Quedaban cuatro partidas y, salvo la de Aymerich, veía en todas posibilidades de medio punto. Iván Cano jugana un finalito de peones y de caballos con una microdesventaja de peones doblados, pero a ver cómo se aprovecha eso. Sólo Magnus Carlsen o el equipo de analistas de Karpov tendrían oportunidades de lograrlo. Julià tenía un final de los suyos de caballo y alfil que parecía aguantable, Jul tenía peón de menos en un final de torres y pieza menor, pero achuchando al rey contrario, con lo que había compensación. Y Aymerich progresivamente iba quedando perdido con una partida táctica a base de clavadas y piezas sobrecargadas en la cual el mínimo error era el desastre. Por tanto, a intentar sacar un punto más y después, si había propinilla, miel sobre hojuelas.

Iván Cano firmó tablas (sus terceras en esta Lliga Catalana) tras repetir jugadas, Julià puso algo de emoción con un final de alfiles y 3 peones que parecía muy desfavorable, pero luego derivó a una carrera de un peón por bando para coronar dama a la vez. 5 a 3 y primer objetivo conseguido. Para ganar entonces el match, Jul o Aymerich debían sacar medio punto. Con mi nivel de Senior-50 (creo que éste es el primer título ajedrecístico que ostento, concedido directamente por la Federació Catalana d’Escacs por cumplir los 50 años y tener derecho a jugar los torneos para prejubilados), creía que el final de Jul era entablable y la posición de Aymerich estaba casi perdida. Iván Cano, que siempre está comentando los vericuetos de cada posición, me dijo que era al revés. “Veo más factible el medio punto de Aymerich. Ha liado la partida cuando la tenía perdida”. Y en efecto, Jul acababa perdiendo con cierto suspense y recaía en nuestro séptimo tablero la responsabilidad de ganar el match. Son estos los momentos por los que uno se hace ajedrecista. Para jugarlos y también para verlos. Es como presenciar una tanda de penalties de fútbol. Aymerich consiguió meter un peón pasado en e tapado por el rey contrario, otro en a sin oposición, pero su rival tenía dos peones blancos ligados y apoyados por un caballo muy incordio que se acercaban a la fila 8. El rival lo puso todo para liarla con entrega de su pieza menor para desviar el alfil de la defensa de las casillas clave, así que Aymerich tuvo que clavarse y encontrar la fina jugada casi con 5 segundos restantes del reloj. A muchos estuvo a punto de darnos un síncope. Y más cuando supimos que nuestro compañero casi se había olvidado del tiempo de verdad…Después de otro síncope más por otra trampa táctica del blanco que otra vez le puso el reloj con 10 segundos de tiempo y nuestros corazones al borde del infarto de nuevo, José Ramón pudo por fin montar el tinglado para ganar, y su rival abandonó cuando le quedaban dos segundos de tiempo. El match volvió a acabar con un gran aplauso para nuestro compañero, que lleva 3 de 3, y con una enorme sonrisa dibujada en la cara de todos. Desde que llevo en el Torreblanca desde 2018, ya he vivido esta situación muchas veces, y tenemos un gen especial que hace que haya algo más – llamadlo aura, ángel, mística o como queráis – que incline la balanza muchas veces a nuestro favor. Un final memorable más de match, a añadir a la colección torreblanquina.

Un match para homenajear a nuestro compañero Lluís López Belles.

La siguiente jornada toca jugar contra el Maragall en el Distrito barcelonés de Horta-Guinardó. Con 2,5 puntos de 3 podemos afrontar la segunda parte de la Lliga Catalana con relativa tranquilidad. No olvidemos que nuestro objetivo es la permanencia.

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