Tras la derrota contra el Gerunda B en la sexta ronda, por la mínima (match en el que no jugué por una celebración familiar), la consigna estaba clara: teníamos que hacer tres puntos en las tres últimas rondas de la Liga Catalana de Ajedrez. Casi nada, contra el Ateneo Colon B, Guixolenc y el Calldetenes, siendo el primero y el tercero los dos cocos de la categoría.

Esta crónica no será como las habituales porque sinceramente, apenas pude seguir las partidas ya que estuve clavado en mi mesa la mayor parte del tiempo, y además, fui el penúltimo en acabar. Para empezar, elocuente era que tras haber transcurrido tres horas desde el inicio del match a las 9:30 de la mañana, hubiesen acabado nuestros dos filiales al completo (por cierto, grandísima trayectoria del Torreblanca B y el C que podéis seguir en el Facebook del club) y nosotros tuviésemos las 10 partidas en juego. Eso demostraba la trascendencia del match y que tanto nosotros como los del Ateneu Colon sabían perfectamente que el que venciese tendría grandísimas posibilidades de subir de categoría, ora directamente por un chute de moral para recibir al Guixolenc y dar la sorpresa en Calldetenes, ora para afrontar un hipotético playoff.

Pero lo cierto es que el 3 a 7 final, que si bien resultó contundente, a mi entender no reflejó lo acontecido en el match, ya que hubo partidas que merecieron muchísima mejor suerte y como mínimo, un 5 a 5 debió ser el resultado mano a mano. Sin embargo, no soy de los que van pasando la calculadora en ajedrez lamentándome por las oportunidades perdidas, así que de la misma manera que el año pasado ascendimos por medio punto de desempate, este año hay que aceptar que a veces las partidas salen cruz, a pesar de nuestra buena estrella que ya viene siendo tradición. Los mismos compañeros del Ateneu Colon B, al acabar el match, nos confesaron que nos consideraban los más duros del grupo y venían con un equipo muy fuerte y sin fisuras en ninguna línea. Fijaos lo en serio que se lo tomaban, que hasta el mismísimo Maestro Internacional Michael Rahal, un excelente YouTuber de ajedrez con casi 30.000 suscriptores e infinidad de vídeos superinstrictuvos, que este año fichó por el Ateneu Colon y defiende los primeros tableros del primer equipo, se pasó sus horas por nuestras dependencias para observar cómo iba el match.

¿Qué ocurrió para haber sido derrotados? Quizás que el Ateneu Colon mantuvo la tensión en los momentos críticos de las partidas con mejor criterio que nosotros. Varias partidas que parecían que íbamos a ganar, se perdieron por un exceso de tensión mal liberada y alguna, como la de Jul, que parecía que se iba a perder por un mortífero ataque, se ganó precisamente por una defensa a sangre fría. Iván Cano, que ya venía con el cuchillo entre los dientes por una derrota en la sexta ronda, se lamentaba de un truco relativamente fácil que se le escapó; Pau Comas, que lio a su rival desde la apertura y le sacó peón de ventaja, acabó con un final de peones de tablas, Aymerich puso su 6,5 de 7 particular siendo despiadado contra una apertura Larsen de su rival (cuando se defiende algo con un caballo en la columna a, la cosa pinta chunga), Padrós tampoco podía pasar del empate y Fuertes, Flores, Jorge Muñoz y Julià casi certificaban 4 roscos seguidos a las 13:00 horas. Y yo, ¿qué hacía? Pues encontrarme con una partida que ya se había jugado hasta la jugada 18 por el mismo Spassky contra mi rival Marc Urgell, y cuando mis piezas dominaban todo el tablero, por especular con comerme un peón dejé que me cambiasen las damas. De relamerme por un punto casi seguro a que me cayesen dos peones. Lamentable. Un chollazo de partida que sabía que además, jugaba las buenas, y desperdiciarla cuando me tocaba navegar por mi cuenta. Por cierto, que contra Marc Urgell ya había jugado 15 años atrás en el Open de Rápidas del Ideal Clavé, cuando aún era un adolescente. ¡Cómo pasa el tiempo!

Octava ronda, repetimos en casa contra el Guixolenc. Novena ronda, contra el líder o colíder, dependiendo de cómo vayan los resultados del penúltimo envite. Ya no tenemos posibilidades sino de seguir sumando puntos. En todo caso, temporadón porque sobre el papel, éramos candidatos a descender.

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