El segundo salto de paracaídas es más difícil que el primero

RONDA 1 LLIGA CATALANA D’ESCACS 2024
Segunda Categoría Catalunya, Grupo Barcelona
Rubinenca 3 – Torreblanca 7

El segundo salto de paracaídas es más difícil que el primero, porque en el primero no tienes ni idea de lo que te espera. La temporada 2023, el Torreblanca Club d’Escacs, con sede enfrente del Centro Comercial La Farga de Hospitalet de Llobregat (lo digo por si alguien quiere fichar por el primer club de la ciudad en estos momentos), debutaba en la difícil categoría de Segunda Catalana, y conseguía la salvación sin apuros y contra todo pronóstico, aunque los pronósticos entran en una extraña rueda ilógica tratándose de los torreblanquinos. Este año 2024, tocó jugar por sorteo en un grupo más difícil, el de la provincia de Barcelona, y de nuevo, parece ser que tenemos que sufrir para no bajar de categoría.

Todos los matches cuentan, sobre todo en los que nos enfrentamos a rivales directos, y por supuesto, en los que jugamos contra los favoritos a ascender para tener buen desempate. La Rubinenca está entremedio de los favoritos a subir y los candidatos a descender, por tanto, en principio, no pasaba mucho si no se sacaba algo, aunque visionando el equipo de Rubí, con un buen día se podía plantear batalla en los tableros de abajo, ya que en los dos primeros tocaba jugar contra dos “bichos”, el MI Jonathan Cruz y su padre, el también MI Filemón Cruz. Por tanto, el pronóstico era de un match al 35% para nosotros.

A las 9:00 de la mañana, hora en la que la gente está volviendo de las discotecas o sacando a los perros a pasear, nos plantábamos en el párking del Escardívol, punto de encuentro fijado porque en esa ciudad es casi imposible aparcar salvo que no te vayas al polígono de Cova Solera o a las urbanizaciones detrás de la riera que surca de arriba abajo el borde del núcleo. Riera que, por cierto, se desbordó en 1962 por una lluvia tremenda y causó muchos centenares de muertos y la destrucción de muchas viviendas. Para el infausto recuerdo queda un monumento en un puente cercano que conecta centro con las urbanizaciones. Como yo no me fío un pelo de los guardias urbanos, controladores o como se llamen, hice caso al compañero del segundo tablero Jul y reaparqué el coche en la zona de rayas blancas, no rojas, porque el afán recaudatorio de las instituciones no tiene límites. Para muestra, una multita de 200 euros, depósito de coches incluido como cortesía, por aparcar mal – sin darme cuenta – de regreso de Figueras de un match de la Liga Catalana, el año anterior.

Después de ir a la sala de juego situada en el CFA Pau Casals, Colegio para adultos, y salir a un bar a que los cafeteros se avituallasen, nos encontramos a la vuelta con una alineación con sorpresas de la Rubinenca. Nada más y nada menos que cuatro titulares ausentes por motivos de ultimísima hora, según el presidente del club, que revolvieron la alineación prevista con corrimiento de tableros, e incluso el máximo representante de la Rubinenca tuvo que jugar contra mí para rellenar equipo, sin apenas calentamiento.

El Torreblanca este año presentaba tres caras nuevas. El Maestro Fide Josep María Sorroche, que venía del Dotze Castells, rival nuestro precisamente en la primera ronda en la Lliga Catalana de 2023, y los Lluïses Luis Pérez Linares (el supervisor) en el tablero 3 y Lluís Fernández Martín en el tablero 5. El resto, el núcleo duro de siempre, pero os los presento para los nuevos: Jorge Muñoz (el recogepelotas); Albert Padrós (el cafetero); José Ramón Aymerich (el motivat), Alberto Jul (el decisivo), David Julià (el utillero atracador), y Alejandro Darias (el periodista). Tranquilos, que a los que no tengan mote, se lo buscaremos.

El match no peligró en casi ningún momento, aunque lógicamente hubo ratos en los que alguna que otra mala jugada pudiese variar la tendencia. Fueron cayendo puntos por los dos Lluïses, uno a base de batallar con técnica con peón de más pero aislado en un final con torres y dama que derivó a un final de peones magistralmente jugado; el otro venciendo también en su debut. Tablitas por otro lado de Padrós en un final de alfiles y peones imposible de imponer salvo cagada diarreica de cualquiera, otro puntito para José Ramón Aymerich que con un molestísimo alfil en la sexta fila no dejó revolverse a Gerardo Palacios. Por cierto, que este jugador tuvo 2300 puntos de Elo hace 10 años y ¡ahora está en 1950! Con 0,5 a 3,5 a nuestro favor, había cierta tranquilidad. Arriba Sorroche y Jul aguantaban bien a los Cruz padre e hijo, pero la consigna en este tipo de torneos es que los jugadores que estamos abajo debemos ir a por los puntos enteros previendo los avisperos de los tableros de arriba. Partida de Julià, con peón de más y parecía que se podía imponer. Sumamos un puntito virtual, o 0,75 puntos. Partida de Jorge, muy agobiado por un ataque de su rival Hilario Serrano, jugador que por cierto me he encontrado en dos partidas de la Lliga, palmando ambas. Presumible rosco. Y mi partida, que contaba mínimo con tablas pero tenía ligera ventaja. Por tanto, 1,25 puntos, suficientes para sacar mínimo un empate global y tratar de rascar algún resultado positivo en los mencionados dos primeros tableros y la partida de Josep Flores, que, como siempre, es un tiovivo táctico de 1X2.

¿Qué ocurrió? Julià se vio atacado de repente por su joven rival, que se conformó con repetir jugadas en una posición que Jonathan Cruz calificó de difícil para nuestro jugador. Jorge Muñoz, con posición de -7 en contra, pasaba a +8 en una jugada por un doble de caballo a rey y dama que se dejaba el rival (nuestro coach Iván Cano recuerda siempre que el orden correcto de las prioridades es jaque, captura y amenaza), con lo que el quinto punto quedaba asegurado y Flores y yo podíamos jugar tranquilos a la carta, ya que Jul y Sorroche perdían contra los supertitulados. Mi rival, que ya había tenido que sentarse 15 minutos tarde a jugar por todos los imprevistos explicados al principio de esta crónica, jugó a ráfagas la partida y, pese a todo, consiguió liarme una posición superior para derivar a un final con ligera desventaja. Decidí entonces pasar de un peón para colocar una torre en séptima, con lo que cambié el rumbo psicológico de la partida y volví a entrar en un final de torres muy ventajoso que hasta un niño de 4 años jugaría bien. “Torre en séptima colocarás y la partida ganarás”. Pues eso. Punto de match que aumentó Josep Flores con una dejada de torre de su rival.

En la quedada en el bar del desayuno post-match, Josep Maria Sorroche decía que “habíamos tenido mucha suerte con las bajas contrarias, que este punto no estaba catalogado”. Cierto es que el equipo contrario tuvo estos inconvenientes, pero los jugadores que sustituyeron estuvieron totalmente a la altura y además, nunca se sabe si el equipo titular hubiese puntuado más. Lo cierto es que la visita a Rubí se saldó con un punto de oro, y el objetivo es seguir la senda del juego serio y comprometido en todas las rondas que quedan. La próxima semana nos visita el Moià-Moianès, un coco, pero se plantará cara, como siempre.

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